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Opinión || Benjamín M. Ramírez

by Redacción tijuanaenlinea

VARGAS LLOSA: LA DICTADURA Y LOS IMAGINARIAS.

 

Más de un alumno ha preguntado sobre mi novela favorita. No dudo al responder que es “La fiesta del chivo”, del autor peruano y premio nobel de Literatura 2010 —Mario Vargas Llosa—. En esta novela se vierte la más vasta intriga, inigualable: la traición, el abuso del poder, el manejo del miedo, la venganza, la manipulación, la tortura, la desaparición forzada, entre otros asuntos esenciales —dejo intacto el nudo con el fabuloso personaje de Urania Cabral y su padre—, Cerebrito Cabral, caído en desgracia.  La novela está ambientada en la dictadura de “El Jefe” —Rafael Leónidas Trujillo—, el padre de la Patria Nueva, en la República Dominicana.

 

Existen algunas películas que intentan emular la intriga de “La fiesta del Chivo” pero no se acercan en lo más mínimo; es una misión imposible.

 

Desde mi punto de vista, Mario Vargas Llosa, tiene en su haber otras dos novelas formidables: “La ciudad y los perros” y “El sueño del celta”, esta última con el personaje central del inmoral Roger Casement, un tanto controvertido desde la ambientación de la novela. Asimismo, “La ciudad y los perros narra la aventura de los cadetes de la academia militar Leoncio Prado, en la que se pone en marcha toda la brutalidad militar. Destaca el papel de los “imaginarias”, los cadetes encargados de cuidar el orden en el cuartel. El silencio, la obediencia, la intriga y la disciplina hacen de esta obra digna de ser leída ipso facto.

 

No puedo pasar por alto la novela “Pantaleón y las visitadoras”, que en realidad puedo leer innumerables ocasiones y encontrar el deleite experimentado cuando la leí cuando llegara por primera vez a mis manos. La disciplina, la constancia y rigurosidad militar de Pantaleón Pantoja, un oficial modelo, se ponen de manifiesto en esta obra.

 

Aún me quedan muchas novelas del Nobel de Literatura 2010, como “Conversación en la catedral”,  “Travesuras de la niña mala”, “La tía Julia y el escribidor”, y muchos más.

 

Con todo lo anterior quiero manifestar mi admiración por Mario Vargas Llosa, prolijo en sus obras, aquél que criticara al régimen mexicano y su “dictadura perfecta”, en septiembre de 1990, situación que muchos aplaudieron. Hoy Vargas Llosa ha quedado, como lo sostiene el imaginario colectivo, como un buen escritor y un mal político. Y es cierto. Vargas Llosa tiene mucho que escribir. Pero de ahí a recomendar a los mexicanos por quién votar y por quién no, eso es “è cosa nostra” es nuestra pelotera, sostendría la mafia siciliana.

 

Debe intuir el peruano-español, exiliado de su natal Perú, metido a político con muy malos resultados en las urnas, dejar que los mexicanos sean los que decidan lo que nos conviene o no. Ya hemos aguantado tantos años de sometimiento racial, económico, el peso de la hegemonía priista, partido en el poder y sus aliados: azules y amarillos, verdes y naranjas, grupúsculo que ha dejado en la miseria a millones de mexicanos, abandonando sin esperanzas a millares de jóvenes que no ven nada prometedor en el futuro inmediato. Porque no hay mal que dure cien años, ni régimen que lo aguante.

Y hablando precisamente de los jóvenes, puedo ver en ellos la falta de ideales, la falta de un compromiso por el futuro que, desde mi muy particular punto de vista, se torna gris y desesperanzador. La falta de espacios educativos en el nivel superior y el abandono de la primera institución social, la familia, parecen ser la política en ciernes de querer acabar con las pocas esperanzas, si es que quedan. Ahora ¿de qué familia se habla?

 

En estos días, los jóvenes estarán desesperados o en un estado de anomia asiliente, una actitud enferma, una conducta desviada de la norma que se caracteriza principalmente por transformar la visión real de sí mismo en una visión errónea y negativa. Sin apostar nada por el futuro.

 

En lo poco que puedo apuntalar los esfuerzos de estos jóvenes rumbo a su admisión para la educación superior está en el acercar material que pudiera coadyuvar en el proceso de una lectura eficaz. Hoy los jóvenes leen poco. Y lo poco que leen no alcanza para resultados mínimos.

 

Como la flor que crece en la adversidad, la más rara y extraña de todas (Mulán), contados son los jóvenes los que se informan, los que tienen una cultura por la lectura crítica, propositiva y constructiva. De ahí los descalabros en las pruebas de PISA y PLANEA, (PLANEA sustituyó a ENLACE). Dato importante, los libros son muy caros pero más cara sale la ignorancia, el sometimiento y la manipulación. Y lo peor, son muy pocos maestros los que leen.

 

¿Cómo poder hacer asequible los conocimientos en una experiencia de aprendizaje puro, si no se tiene el referente de que el saber se traslada al plano de la acción? ¿El conocimiento adquirido y dirigido por el docente es pertinente? ¿La experiencia de aprendizaje en el aula se traslada al plano social y adquiere su carácter de conocimiento situado?

 

En un intento de rellenar los vacíos que deja el hábito de la lectura, muchas instituciones atiborran hasta el hartazgo un sinnúmero de pruebas, exámenes y ejercicios encaminados a subsanar las deficiencias de lectura. Dice el imaginario social que “mientras menos se lee más se dispara”.

 

No matemos la esperanza. Ésa, la de los jóvenes que buscan la construcción de un futuro mejor, con engaños de becas y prebendas; con programas artificiosos con tal de cautivar el voto, pueril e inocente; de quienes se proclaman como la esperanza del mañana;  con promesas vanas, fatuas y llanas, con tramposas monstruosidades concebidas en el afán de conquista, de reserva, de un engaño más; en aras de un beneficio que jamás llegará.

 

Para concluir esta entrega, la primera de marzo, me pregunto si sacará el Revolucionario Institucional todo su arsenal de su bunker de guerra, la bazofia con la que ha contaminado todas las campañas sin dar tregua al enemigo a vencer con tal de preservar la categoría de partido hegemónico.

 

Termino. La justicia no alcanzará para repartir millones de razones para resarcir el daño al erario público por miles de millones de pesos, tampoco para castigar, sí para librar y amparar, las triangulaciones “fantasmas”, en un país que nada ve, que nada oye y que jamás castiga a los amigos y allegados; ésos, que ocupan los cuadrantes de norte a sur y de este a oeste.

 

Felicitaciones a Guillermo del Toro por su película “La forma del agua”. Muchos se colgaran de su éxito. A Coco no, porque no pude verla en el cine.

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