Por José María Cuéllar
Tijuana, 25 de abril de 2022. – Aunque en años recientes se han sentido mejor escuchados por los tres niveles de gobierno, las comunidades nativas de Baja California o pueblos Yumanos como también se les conoce, aún tienen necesidades y aunque han escuchado una infinidad de promesas, no han visto resultados.
Sobre ser mejor representados, María de la Luz Villa Poblano, del grupo nativo de los cochimies, relata como, durante una ceremonia en el zócalo capitalino con el presidente, Andrés Manuel López Obrador, a quien el 2 de diciembre del 2018 se le entrego el bastón de mando, escucho por primera vez que se le reconociera a su pueblo, ya que historiadores y otros estudiosos los habían dado por extintos casi un siglo antes.
“Ahí escuché por primera vez a nivel nacional los nombres de los 68 pueblos y ahí yo pensé que al otro año van a ser 69, pensé que no nos iban a mencionar, pero cuando empezaron a dar los nombres por orden alfabético, en el numero 5 estábamos los cochimies de Baja California, lo comparto con mucha alegría porque es una nueva historia” relata la residente de la Misión de Santa Gertrudis.
Las necesidades en las misiones, creadas durante el periodo de evangelización después de la conquista por miembros de la Orden Jesuita en Baja California son bastantes.
Un miedo constante a que sus tierras les sean despojadas por interesas particulares o simplemente por el crimen organizado, la falta de representantes en los cargos populares y además la falta de recursos primordiales, debido a que sus comunidades y las misiones se encuentran muy separadas de los centros urbanos principales del estado.
“En las misiones no tenemos agua, no tenemos servicios médicos, no tenemos agua, no hay fuentes de trabajo, no hay escuelas, ningún servicio urbano de parte de la autoridad, ni parte de la iglesia porque ni sacerdote tenemos” comenta María de la Luz, quien reside en la misión de Santa Gertrudis a tres horas de Guerrero negro.
