Habiendo tenido en algún momento cerca de 120 perros rescatados, rehabilitados y listos para irse a un hogar, era de darnos topes contra las paredes cada que nos mataban la ilusión al ver llegar una familia interesada en alguno de ellos, teniendo por la experiencia que adquirir una postura un tanto selectiva por protección del animal en cuestión, había que someter a los interesados a una pequeña charla para conocerles mejor y poder determinar si al cabo de un tiempo el perro no volvería al mismo sitio de donde le recogimos en lamentables condiciones.
El procedimiento era sencillo, la idea era de entrada escuchar la razón por la que les interesaba adoptar un animal y posteriormente preguntar las características que les gustaría que el perro tuviera, por ultimo había que llenar un pequeño cuestionario con ciertas preguntas clave que nos darían la respuesta que intrínsecamente estábamos buscando y así, saber si habíamos encontrado la familia adecuada que garantizara futuro colmado de bienestar para nuestro amigo.
La fase uno generalmente transcurría sin problema alguno, últimamente el gran trabajo de conciencia que mucha gente ha realizado ha logrado socavar la rígida mente de la sociedad y poco a poco canalizarlos hacia la cultura de la preferencia de la adopción sobre la compra de animales, las razones solían ser siempre las adecuadas. –Hay muchos perros o gatos en necesidad de un hogar y nos gustaría darle la oportunidad a uno en lugar de comprar-. Esa respuesta hacia que nuestras expectativas bajaran la guardia, pues ya de entrada alguien que piensa así es digno de aplaudirle. -¿Y con que características les gustaría que contara el animal de compañía?- pregunta retórica, pues habiendo escuchado la primer respuesta la lógica nos dictaría que la segunda irrefutablemente seria -¡Cualquiera!- El tamaño o raza no importa, solo queremos darle un hogar y mucho amor. Pues no, de repente el globo de la ilusión recibía un pinchazo. –Este, pues nos gustaría algo así como uno chiquito, que no haga pipi, no tire pelo, no ladre, no haga travesuras, haga caso, bonito así pachoncito. – Y luego coronaban con. – Es que ¿Sabe?… Es para el niño, queremos regalárselo para su cumpleaños- ¿Y qué edad tiene su hijo?. Todavía teníamos el descaro de preguntar. – Pues tiene tres años- .
En este punto cabe aclarar y creo que cualquier persona que se encuentre en igualdad de circunstancias podrá concedernos la razón cuando decimos que llega un punto donde la mente en automático coloca un bloqueo con dos funciones básicas, la primera es evitar seguir escuchando palabras que obviamente nos sacaran de quicio y la segunda evitar que de nosotros salgan algo inapropiado. Aun así, con el profesionalismo que nos caracteriza asumíamos la postura meditativa como revisando la base de datos interna de la organización y siempre para nosotros decíamos. – A ver este, permítame hacer memoria. ¿Un perro que además de eso que quiere se sirva solo la comida, recoja su popo, vaya al Oxxo por la cheve del señor y la leche del chamaco, tome su correa y se saque a pasear solo y le cambie al televisor?.- Híjole -¿Sabe qué? … ¡Lo adoptaron la semana pasada!-. Pero no se preocupe de esos nos llegan muchos, ¿porque mientras no se lleva este peluche que estamos seguros que a su hijo le encantara?.
Moraleja…esta noble labor es de paciencia, el mundo cambia pero lo hace muy lento, inadecuado confrontar a quien no piensa como nosotros porque en gran medida dependemos de ellos, no solo por que poseen el recurso que nos permitirá seguir haciendo lo nuestro como lo es un hogar, sino porque lo aceptemos o no…alguna vez fuimos parte de ellos.