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LA NOCHE DE LOS NAHUALES || Por Benjamín M. Ramírez

by Benjamín M Ramírez

 DE LA RENOVACIÓN MORAL A LA CONSTITUCIÓN DE LAS CONCIENCIAS: ¿QUIEN ASESORA A  AMLO?

 

Miguel de la Madrid, Mérida, el 7 de marzo de 1982, en una reunión en el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales —era candidato por la Presidencia de la República— proponía una renovación moral en la sociedad, en la que […] “No es compatible servir puestos públicos y simultáneamente operar negocios cuya actividad se funde en relaciones económicas con el gobierno. Vamos a establecer, en la ley y en los sistemas, la incompatibilidad de intereses; o se gobierna o se hacen negocios” […]. (ARCHIVO PROCESO, 1982)

 

En el devenir de esta tarea, siendo ya presidente, Miguel de la Madrid Hurtado, (MMH) en una penetrante campaña propagandística a través de todos los medios, principalmente radio y televisión, no supo responder —de forma concreta— a una demanda sentida por la sociedad.

 

Así se expresaba MMH: “No toleraré corruptelas en mi gobierno”, “Renovación moral significa gobernar con el ejemplo”.

 

Lo cierto es que durante su gobierno se detonó la explosión demográfica, la población rural se aglutinó en los cinturones de miseria de las grandes ciudades, —principalmente en lo que antes fue el Distrito Federal— y uno de cada dos mexicanos vivía en condiciones precarias.

 

La renovación moral tuvo como fin la apertura de la caja de pandora. La corrupción no fue contenida o combatida, se le toleró y se le encubrió. “La Quina”, el fraude en las elecciones locales en Chihuahua, y la estrepitosa caída de la Bolsa Mexicana de Valores —el 18 de octubre de 1987— la devaluación de la moneda en más del 40% y una inflación superior al 200% (CLÍO, 2010) fueron sólo algunos momentos álgidos del “sexenio gris” (CAMARENA, 2012) y el fraude, a todas luces, de 1988.

 

En síntesis, la Renovación Moral de la Sociedad no surtió efecto. Fue el sexenio de Miguel de la Madrid, MMH, “el sexenio gris”, “el sexenio de las oportunidades perdidas” (CAMARENA, 2012).

 

Ahora ¿Cuál es la suerte de la Constitución Moral o Constitución de las Conciencias?

 

Sin duda, es necesario retomar algunos puntos del gobierno actual.

 

Ya lo dijo Manuel de Jesús Clouthier del Rincón —Maquío— en su momento: “Y al Presidente de la República lo tendremos que empezar a ver como un servidor público, […] como alguien que sirve al pueblo y  no que se sirve de él” […] ( (CLÍO, 2010).

 

En los supuestos desaciertos que ha tenido la administración de AMLO en sus primeros meses de gobierno habría que preguntar ¿Quién asesora al presidente? Porque a pesar de su porcentaje de aprobación —92% de aceptación— se da el lujo de que en el gabinete se cometan tantos yerros.

 

Sin duda, AMLO, es el hombre que cuenta con toda la información del estado que guarda la nación. Cada respiro, cada suspiro llega al escritorio presidencial en el parte de novedades.

¿Habrán informado al Presidente de las ignominiosas nominaciones en CONACYT? No por las personas en sí, las que han sido nominadas, sino por el perfil que se reclama si en verdad en este sexenio se quiere hacer bien las acciones de gobierno.

 

¿Y las nominaciones en la Comisión Reguladora de Energía, CRE?

 

En el supuesto de que el que evalúa sabe, los legisladores que metieron en camisas de once varas a la terna propuesta por el Presidente, deben conocer a fondo las respuestas a sus preguntas. Del mismo modo, quienes habrían sido la propuesta presidencial el mínimo requerido era que supieran en qué arenas movedizas se encontraban.

 

Lo que quedó claro es que los advenedizos e improvisados pueden estar dirigiendo sectores de gobierno que demandan no sólo un profundo amor a México sino también preparación y cumplir con el perfil requerido para el puesto a desempeñar, si es que en verdad se quiere transformar a México.

 

En caso contrario sólo se estará dando palos de ciego y proporcionar argumentos a los que se resisten a esta nueva forma de gobierno, en dónde el Presidente pasa a ser un “Siervo de la Nación”, y no la imagen sacra y de latría al que sumisos —los mexicanos— le debemos ciega obediencia.

 

En otro orden de ideas: la seguridad sigue siendo la gran deuda social que tienen todos los niveles de gobierno. Es deber del Estado garantizar el derecho constitucional a la seguridad, a la integridad y a la convivencia pacífica.

 

Esto parece ser un sueño idílico en el imaginario colectivo. La seguridad parece que se asoma por ninguna parte. El índice delictivo —en delitos de alto impacto— está siempre al alza. Incontenible y que rebasa al Estado de Derecho.

 

Así sucede en Tijuana con Gastélum Buenrostro.

 

El alcalde se encuentra más preocupado en regalar “morralitos” para el mandado —para que las personas no usen bolsas de plástico— para apuntalar su campaña de reelección que en atender las imperiosas demandas de la sociedad fronteriza.

 

Preocupado más en ejercer como inspector de comercio para levantar los “módulos del censo para el bienestar” —ubicados aledaños al palacio municipal— que en tomar las riendas de la administración pública en su último año de gobierno para paliar las exigencias sociales.

 

Así sucede en Coatzacoalcos.

 

Un alcalde que en su ostracismo se rehúsa a visualizar el grave deterioro del tejido social y en su afán de hacer nada se queda indolente con su anomia edilicia, sin capacidad de reacción ante las justas demandas de una sociedad macerada, inmolada y acorralada por la incompetencia del que se supone es el primer peldaño en la administración pública de la administración de la esperanza.

 

Rehúso a creer que no existan algunos miles calificados para las tareas que demanda la transformación de este país. Me resisto a creer en “cambiar para seguir igual”.

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