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Transiciones || Víctor Alejandro Espinoza

by Víctor Alejandro Espinoza

No recuerdo otra sucesión presidencial en la que el candidato electo haya sido sometido a un intenso escrutinio de periodistas y comentócratas y hasta se le señale que “no ha cumplido sus compromisos de campaña”, como es el caso de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

 

Efectivamente a escaso un mes de su triunfo apabullante y a cuatro meses de su toma de posesión, desde el pasado 2 de julio empezó el aluvión de críticas sobre la viabilidad y el no cumplimiento de las promesas de campaña. Repito, se trata de un fenómeno inédito en nuestra historia política.

 

Ignoro si sea para bien que esa vaya a ser la tónica de los críticos que desde la supuesta trinchera de la “sociedad civil” van a vivir de la crítica ácida contra el gobierno encabezado por AMLO.

 

Debería ser diferente, pero es comprensible que provenga de quienes acostumbrados a ensalzar las virtudes de los gobiernos constituidos desde 1982 hoy vean que sus intereses están en peligro.

 

No quiero dar nombres para no ser excluyente, pero la nueva generación de periodistas y chayoteros empezó a operar desde el inicio del gobierno de Miguel de la Madrid. Todos los conocemos: se han enriquecido al amparo de denostar, desprestigiar y calumniar por consigna.

 

Incluso se sabe que algunos periodistas cobraban para “no mencionar” a algún personaje en sus programas.

 

A partir del año 2000 se les llenó la boca de la palabra “democracia”. El triunfo de Vicente Fox, ese “alto vacío”, les hizo volcar sus feroces miradas hacia el pasado inmediato, Salinista y Zedillista.

 

Justo contra los personajes que les dieron de comer en la mano. En adelante se conviertieron al credo panista. Durante dos sexenios fueron dóciles defensores de las políticas panistas. Todo al amparo de autoproclamarse representantes de la “sociedad civil”. Su crítica se enderezó preferentemente contra AMLO desde el 2006. En este 2018 hicieron todo lo posible por desbarrancar su campaña.

 

Lo interesante es que en su conversión del PRI al PAN, fueron dándose cuenta que lo más redituable era descalificar a AMLO, el verdadero peligro para ellos. Cuando regresó el PRI al poder en 2012, suspiraron aliviados: se les garantizaban otros 6 años de recursos y dádivas para seguir haciendo negocios a través de sus plumas o la palabra.

 

La pregunta obligada es: ¿por qué tanto coraje y resentimiento por el triunfo de AMLO, sí ellos (y ellas, por supuesto) se han sabido acomodar con los triunfadores? La primera razón parece ser económica: AMLO ha prometido acabar con los pagos millonarios bajo cuerda a periodistas y comentócratas; se terminaría la fuente principal de sus ingresos.

 

Eso por supuesto duele y los hace reaccionar de manera virulenta. En segundo lugar, en el fondo la naturaleza ideológica de sus posturas es de derechas, son los conservadores revolucionarios actuales.

 

Por eso arrementen contra AMLO aún cuando no haya tomado posesión; nunca lo hicieron con esa virulencia cuando PAN y PRI gobernaron. Eran críticas “constructivas” decían, pero le rindieron pleitesía a todos los presidentes entre 1983 y 2017.

 

Hoy, inventan cada 7 días una bandera de lucha: la semana posterior al triunfo de AMLO, se la pasaron criticando la posibilidad de un gobierno unificado, es decir, que MORENA tuviera mayoría absoluta en ambas cámaras.

 

La semana pasada fue el llamado fraude por el Fideicomiso endilgado a MORENA y lo de esta semana es el nombramiento del senador Manuel Bartlett como director general de la Comisión Federal de Electricidad. En realidad se trata de una propuesta porque como señalé el gobierno de AMLO inicia el 1 de diciembre.

 

Esta semana circuló un tweet que decía más o menos lo siguiente: “Si no les gustan los nombramientos de AMLO entonces ganen la elección de 2024 para que propongan su gabinete”. Para ello tendrán que refundarse los partidos de oposición: PRI, PAN y PRD, que permita en el futuro nombrar funcionarios dispuestos a continuar la tan mexicana tradición del chayote.

 

Por lo pronto tendremos que acostumbrarnos a las lamentaciones de pseudoperiodistas, pseodointelectuales y comentócratas que vagarán como almas en pena por su valle de lágrimas.

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