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Opinión || Benjamín M. Ramírez

by Benjamín M Ramírez

MORIR DE HAMBRE Y DE FRÍO…

 

En diversas ocasiones la mayoría de las personas asume con horror imágenes o noticias de catástrofes, atentados o hecatombes en otras partes del mundo. Impactados por lo que sucede en el exterior, es insensible por lo que sucede en su propio país. Esta es la razón por lo que en pleno siglo XXI es posible morir de hambre o de frío. Aquí no hay lugar para colocar filtros en los perfiles de las redes sociales.

 

La primera ocasión que tuve la oportunidad de tocar con propia mano una situación similar fue devastador. En pleno centro de la ciudad, a pocos pasos de instituciones de atención a la familia o de la niñez, a escasos metros de la iglesia, un infante murió… ¡de hambre!

 

¿Nadie pudo percatarse de esta situación? ¿A nadie le importaba? ¿Es posible morir de hambre? ¿Morir de frío?

 

Lo que sucede en Chiapas, en Chalchihuitán y Chenalhó, en la región de la montaña, donde más de cinco mil indígenas se han visto forzados a abandonar sus tierras, sus casas, el sustento y su forma de existencia y vivir, como desplazados, en la selva. Soportando las inclemencias del tiempo: la lluvia, el frío, el hambre y la amenaza constante de perder la vida a causa de los que se han atribuido ser dueños de la vida y de la tierra de quienes habitan en esa zona.

 

¿De quién será la responsabilidad de atender esta situación de los desplazados y las recientes muertes de quienes han estado cobijados a la luz de las estrellas? ¿Dónde se encuentra el protagonismo de quien se autodenomina “La luz de los pobres”, Don Chuy Orantes? ¿Dónde quedan las acciones de los activistas de derechos humanos? ¿Las acciones de las iglesias? Hasta hoy sólo quedan denuncias, declaratorias, comunicados…

 

¿Quién o quiénes salen beneficiados con el sufrimiento de los menos favorecidos, los más pobres entre los pobres? No es Somalia, con su problema de hambre, guerra civil, dictaduras… No es Siria, con sus muertos. Es Chiapas, son hermanos nuestros, es una situación de vida en nuestra propia casa.

 

La cuestión es que el candidato del PRI, Meade Kuribreña, inició su campaña en el municipio de San Juan Chamula, el enclave perfecto de los episodios más crueles en la historia de ese estado, donde convivir con la muerte es algo cotidiano.

 

Ahí, en Chiapas, en los Altos, en la selva lacandona, donde grupos paramilitares están a las órdenes de quien paga más, donde el peón se resigna al pago que tiene a bien a pagar el patrón, dónde tener un pedazo de tierra significa defenderla con sudor y sangre, no lo dude, es probable que estemos ante un genocidio en ciernes por razón de origen, de raza, lengua o condición económica y social, y el primer responsable de que así sea, es el Estado y es en Chiapas.

 

Pese a la condición de miseria y pobreza extrema; ahí donde la vida, las mujeres y la tierra, cuestan menos que una bala; es en Chiapas donde se mantiene una reserva considerable de votos a favor del sistema. Es el voto del pobre que vive engañado, con la esperanza en vano de qué ahora sí vivirán mejor. De que habrá justicia para las mujeres… sólo falacias…

El voto verde, el del campesino, el del pobre y marginado, el de la mujer explotada, a merced de su condición altamente vulnerable; constituye un factor determinante que el partido en el poder tiene considerado para las elecciones de 2018.

 

En otro orden de ideas, en cuanto a la alianza política entre el Partido Encuentro Social y Morena, alianza que ha levantado más de una reacción en diversos ámbitos, algunos significativos en el círculo más cercano al originario de Macuspana, revela el pragmatismo político que permeará en las elecciones federales.

 

No se trata de algún modo quien se alía con quién, quién es aliado de tal o cual doctrina. Para ello es necesario recordar el adagio: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, nada más actual y más presente en estos días.

 

Lo cierto es que ya las campañas —disfrazadas de pre-campañas— dieron inicio desde el momento del destape de Meade, de ascendencia libanesa, como tantos otros poderosos que deciden los destinos de millones de mexicanos. Tan es así que se han denominado pre-candidatos, sin que surjan otras figuras que sirvan de comparsa en estas simulaciones tan evidentes en el teatro de la democracia. Pragmatismo, sólo pragmatismo.

 

El embate de los spots que recibirá la ciudadanía a través de los diversos medios constituirá un asedio impostergable para el ciudadano de a pie, quien no sabrá si será recomendable emplear el zapping para escapar a este embate irracional. El INE no le apuesta a la democracia. Le apuesta al hartazgo de la población que implorará que se terminen las campañas políticas por salud, por caridad, y decidirá, con justa razón no salir a votar. Al apostarle al empacho ante miles de anuncios, desde que sale el sol hasta la atasque, el INE espera que esta estrategia se traduzca en el abstencionismo como garantía política para el sistema en el poder. Tanto va el cántaro al agua que termina por romperse, dice la conseja popular.

 

Concluyo esta entrega con una breve y somera reflexión sobre la Ley de Seguridad Interior, LSI, que despierta más suspicacias  y no brinda seguridad, tal como es su cometido. Lo cierto es que nuestro país está al borde de un Estado de Sitio. La situación, que de facto se ha dado, el ejército no está obligado a rendir cuentas en el ámbito civil, si se le conceden poderes plenipotenciarios para las tareas propias de la autoridad civil, estos últimos quedaran relegados, —como lo están de hecho— a ser meros espectadores de la ola de violencia que padecen millones de mexicanos, situaciones que ha bañado con sangre el largo manto del territorio nacional y enlutado a miles de hogares que sufren el embate del delincuente común y el de la delincuencia organizada. Ahora sí, que Dios nos ampare.

 

No olvide que  existen miles de personas en condiciones de vulnerabilidad y que probablemente no tendrán un techo, un abrigo, una cena raquítica, por lo que te invito a vivir de una manera diferente estas fiestas. Les comparto un mensaje que me ha enviado un lector asiduo: Es Navidad cada vez que sonríes a un hermano y le tiendes la mano. Es Navidad cada vez que estás en silencio para escuchar al otro. Es Navidad cada vez que no aceptas aquellos principios que destierran a los oprimidos de la sociedad. Es Navidad cada vez que esperas con aquellos que desesperan en la pobreza física y espiritual. Es Navidad cada vez que reconoces con humildad los límites de tu debilidad. Es Navidad cada vez que permites al Señor renacer en ti para darlo a los demás. Felices fiestas.

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