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LA NOCHE DE LOS NAHUALES- Opinión De Benjamín M. Ramírez

by Benjamín M Ramírez

El set de televisión llamado Colegio Enrique C. Rébsamen.

De la traición, el engaño y la manipulación de los medios.

Elefantes dirigidos por ratones o “Leones por corderos”.

Muchas manos, poca cabeza: el oficialismo rebasado.

 

 

El sismo ha dejado ver las debilidades en la estructura del Estado mexicano: con los principios básicos de la administración bien podrían aprovecharse de forma inestimable los recursos humanos y materiales que se han sumado minutos después del embate del movimiento telúrico registrado el pasado 19 de septiembre.

 

Clasificar, dividir, delegar y facultar: podrían representar la agilización expedita de los trabajos en la búsqueda y rescate de los cuerpos, vivos o muertos, en las primeras horas críticas. Así rezan los manuales. Así lo dice la experiencia. Pero a ello se antepone el ego y el complejo de enano de quien goza de la superioridad y se encuentra al mando. Hoy más que nunca los principios de Puebla: Ver, Juzgar y Actuar cobran vigencia de forma muy simple. Pero todos le juegan al héroe de una mala película.

 

Las primeras imágenes de la TV fueron impresionantes para millones de mexicanos. El puño levantado significa un símbolo más en la jerga del ciudadano. El mexicano se pinta solo en su creatividad, en su ingenio, en el alarde de hacer más con menos pero, era necesario frenarlo.

 

Es indudable la solidaridad muy a la mexicana. Lo mismo sucedió con Haití o cualquier otro pueblo que haya enfrentado la desgracia, desgracia ajena que sentimos como propia. Así se encuentre la emergencia a miles de millas de distancia.

 

¿Qué pasaría si toda la energía, la enjundia, el coraje y la audacia, —cualidades que surgen de la nada— fueran canalizadas con oportunidad y de forma autónoma en los propósitos propios de la emergencia?

 

¿Quién tiene el mando? ¿Quién tiene el control? Es, sin duda, el encono más fuerte. La eterna pelea entre quien ostenta la potestad y quien le antecede no sólo en ganas, esfuerzo y creatividad, sino también experiencia. Se antepone el oficial de alto rango de forma indiscutible.

 

Si los sismos siguen golpeando a las débiles estructuras del gobierno, cuya inoperancia se ha desenmascarado, colapsarán de forma inequívoca. No hay muestra más clara que la sociedad puede tomar el control como ahora. Las masas corren el riesgo de arrebatar en sus manos la batuta de la situación, un relevo de mando imperioso, inexcusable, sin placas ni grados militares.

 

Nada es más perverso que jugar con la desgracia y querer sacar partido de los reflectores vía set de televisión montado entre los escombros. Así lo han hecho los que están en el poder, en su búsqueda del protagonismo que apuntala la aceptación y aprobación de las gestiones de un gobierno en picada.

 

El protagonismo en el discurso dice mucho y en la práctica discrepa del qué hacer. Para justificarlo, el poder, tiene a su aliada llamada televisión. La manipulación informativa es la marca comercial: vender la desgracia y lucrar con el sufrimiento de los desolados.

 

La búsqueda de Frida Sofía, que se prolongó y fue la nota que corría en la mayoría de los medios informativos, explotado hasta el hartazgo, jugó y motivo, lo mismo que movió y conmovió, a las fibras más sensibles de propios y extraños —auténticos casos de personas que lloraban por la historia— fue el sello distintivo de los titulares noticiosos y de los que han manoseado la información y, con ello, la verdad de los hechos: mantener en vilo a las audiencias; brindarles falsas expectativas, someterlas a un vaivén emocional, elevar las esperanzas y luego —la audiencia sabe que puede ser un engaño— someterlos al shock que todo lo puede y todo lo derriba.

 

Las estructuras  del Colegio Enrique C. Rébsamen deben ser revisadas con minuciosidad y preguntar por el que autorizó su operación como colegio.

 

Las redes sociales fueron implacables con noticias falsas o ciertas. «Se necesitan manos aquí o allá». «No vayan. No donen, ya no es necesario», rezaban muchas notas. Pero el ingenio y la creatividad, esa que surge en el camino llamado necesidad, rebasa toda lógica.

 

«Me llamo Juan, Pedro, José: se necesitan manos, palas, alimentos…». Toda una logística en marcha que obligó, a quienes se sentían con el derecho divino del control y el mando sobre la desgracia, a soltar un poco la cuerda de la vigilancia y la intervención en los trabajos a la sociedad.

 

Las primeras manos que se pusieron “manos a la obra” fueron las del ciudadano de la calle. Y el oficialismo y los altos mandos tienen miedo de que sea una sociedad organizada, que sobreponiéndose al miedo, sitúe a las autoridades inoperantes a un lado y, esta mole incontenible, sea quien asuma las tareas apremiantes de la reconstrucción del país.

 

Sin embargo, está muy lejos que esto suceda. La sociedad es un elefante dirigido por ratones o emulando el film: leones por corderos. Esos ciudadanos que sacrifican horas de sueño, de trabajo, de cuidados de sí mismo, que entregan todo y no dan paso al cansancio, constituyen una amenaza para la estabilidad en lo inestable del país. El mexicano se parte el lomo y sus políticos no se han visto tomar una pala o remover un par de rocas sino sólo para las “selfies”.

 

El eterno castigo divino de Sísifo puesto en marcha: condenado a llevar una enorme roca hasta la cima de la montaña y cuando está a punto de conseguir su objetivo, la piedra corre nuevamente hacia el principio. Así por toda la eternidad. Igualmente con la esperanza del infortunado mexicano. Sísifo sabe que la roca rodará hacia abajo de forma irremediable pero, lo intentará, una vez más, a perpetuidad. Hoy no sabe cuándo temblará pero se le hará cotidiano: correr para ponerse a salvo.

 

Poner esperanzas donde no las hay. El imperecedero juego de querer y no poder. Cambiar esperanzas por vida. Creer en los milagros aunque la realidad golpea inexorable con el olor a muerto. Dejar las cosas como están, dejar las ruinas. Las rocas se moverán por sí mismas y podrán dejar entrever al ser querido inamovible. La resistencia comprensible de la negación y el duelo.

 

¡Morelos, Puebla, Chiapas y Oaxaca: te aseguramos que no nos hemos olvidado!

 

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