La semana pasada fui a un centro comercial de la ciudad donde hay un complejo de salas de cine; La cartelera exhibía películas que ya había visto, así que mejor me dirigí a una tienda de venta de videos en la misma plaza; al entrar me fui directo a la sección de películas mexicanas como de costumbre.
Separaba con mis dedos las películas, cuando vi un título que no me era familiar; “Llovizna, una película de 1978 dirigida por Sergio Olhovich, su reparto, Aarón Hernán, Salvador Sánchez, Delia Casanova, Amado Zumaya, Silvia Mariscal, entre otros.
En la portada, un espejo retrovisor reflejaba unos ojos de angustia y desesperación, y una esta cita “Una camioneta viajan cuatro campesinos, un agente viajero, un revólver, un cuchillo, y cien mil pesos…”, el título me atrapó inmediatamente; la tome y me dirigí pagarla, después me fui a verla a mi casa.
Aarón Hernán (Eduardo), un agente de ventas capitalino de clase media alta casado con dos hijas, arrogante, desconfiado, intolerante y de doble moral; Eduardo viaja a provincia por negocios, en secreto lo acompaña su amante de nombre Luisa (Delia Casanova), una mujer aparentemente enamorada.
Durante el viaje Luisa le pide a Eduardo, que deje a su mujer y a su hija como muestra de amor; el comentario termina en discusión y cada quien regresa por su lado. Eduardo cobra 100,000 pesos y regresarse esa noche en su combi.
En una historia paralela cuatro indígenas están en un velorio, uno de ellos interpretado por Amado Amaya; al terminar el entierro los cuatro tienen que regresar a la Ciudad de México, donde trabajan de albañiles, una llovizna derrumba parte de la carretera y al mismo tiempo la combi de Eduardo sufre una avería. Los indígenas le ofrecen ayudan Eduardo, a cambio de un aventón y aquí comienza lo interesante de esta historia.
Olhovich hace un planteamiento interesante en donde la intolerancia y el racismo están presentes, con un guión sólido y personajes bien definidos, narrados como un Roadmovie norteamericano y un thriller de suspenso al puro estilo de Alfred Hichtcock.
Sin pretensiones el director lleva al extremo la paranoia humana de racismo en México, con un desenlace que no puedo revelar, pero lo valioso de esta historia es que fue filmada 35 años atrás y sigue tan vigente hasta el día de hoy, porque en pleno siglo 21 existen personas como Eduardo, que ven indígenas con desprecio, considerándolos una raza inferior simplemente por su tono de piel o por no hablar español.
Esta película nos hace reflexionar a un tema actual, donde el presidente de un país nos ataca como mexicanos dando entender que somos una raza inferior, pero no nos damos cuenta que en nuestro propio entorno, en las capas sociales que existen, nos odiamos mutuamente.
Si se encuentra con esta joya del Cine Mexicano, le recomiendo que la vea, porque a pesar de que no pertenece a la época de oro del cine mexicano, tiene un brillo especial en una industria, donde no todo lo que brilla es oro.
Fernando Meseguer || Cinéfilo de corazón.