Por Fernando Chagoyán Kaplun
Tijuana, BC., 8 de octubre de 2022.- Con lágrimas en los ojos y con un nudo en la garganta que carcome el alma, Trifonia se levanta todos los días con la esperanza de volver a ver su hijo, a quien la mala fortuna le llegó y que el 29 de junio de 2019 se convirtió en una víctima más de la inseguridad que se vive en Tijuana y que, lamentablemente, ingresó a la lista de desaparecidos de Baja California.
Con su cartel de búsqueda en mano, Trifonia recuerda que su hijo Octavio Alcaraz Salas, salió de su domicilio ubicado en la colonia Sánchez Taboada, ubicada en una de las zonas con mayor índice delictivo.
“Salió en la tarde, iba a su trabajo, entraba en la noche. Él tiene 30 años, cuando desapareció tenía 27. Tiene tres años desaparecido” explica Trifonia, mientras observa fijamente a quien le cuestiona los datos generales.
Cuando reflexiona la pregunta que se le hace, sobre cómo han sido estos tres años, traga saliva, hace una pausa e intenta contener el llanto acumulado por la ausencia para tratar de transformar el dolor y darle voz a su sentimiento.
“Estos tres años, con la pérdida de mi hijo, ha sido una vida muy triste, muy angustiosa porque me la llevo pensando en él. En dónde está y cómo está. Ha sido una pérdida muy grande para mí y para todos sus hermanos, para toda la familia” expresó.
Esta mujer de poco más de 60 años, ha tenido que unirse a las más de 14 mil 400 familias que buscan a sus seres queridos y, al sentirse abandonada por la autoridad, encuentra refugio en uno de los grupos de búsqueda organizados por los mismos deudos, quienes presionan a las autoridades para que simplemente, hagan el trabajo que les corresponde.
“Me uní a las búsquedas con Erick Carrillo para encontrarlo, para saber si mi hijo está vivo o está muerto. Cada que voy, voy con una esperanza grande, con una fe firme para saber. Quiero ser positiva, porque es una tristeza muy fuerte que a ninguna madre se lo deseo. Es algo inhumano, porque si a mi hijo lo mataron, cómo me gustaría saber que alguien hablara y que me dijeran dónde lo dejaron. Saber algo de él” lamentó Trifonia Salas.
El tiempo pasa y no de largo, el dolor y la incertidumbre de esta madre, ha caminado junto a ella durante tres años y lo único que la mantiene en pie, es la esperanza.
“Hasta encontrarlo, hasta encontrarlo. A mi padre Dios le pido que me de fuerza para seguir caminando junto a todos los que buscamos, para tratar de encontrar a nuestra gente, a nuestros hijos”
Sin pistas y con la misma incertidumbre, Trifonia continúa su camino en búsqueda de su hijo adorado, pues hoy no hay nada, ayer tampoco, pero quizá mañana pueda haber alguna pista, una señal que le permita encontrar, aunque sea dice, los restos de su hijo Octavio Alcaraz Salas.
“Es algo muy triste no saber dónde están nuestros hijos. Uno quisiera abrir puertas, abrir corazones. Que nos entendieran el sufrimiento que tiene uno de madre, de padre. Que les dejen comunicarse con uno, para no estar con tanta angustia.” Finalizó.
