Fernando Chagoyán Kaplun
Tijuana, 24 de abril de 2022.- Han pasado dos meses desde que comenzó el conflicto armado en Europa del Este y pareciera que está muy lejos de terminar. A Tijuana han llegado alrededor de 10 mil ucranianos, quienes en su intento de ingresar a Estados Unidos para solicitar refugio humanitario, se quedan poco tiempo en uno de los albergues habilitados para las personas desplazadas por la guerra.
En la Unidad Deportiva Benito Juárez, de la Zona Centro de la ciudad, niñas, niños, jóvenes y mujeres principalmente, se resguardan del frío y son alimentados mientras esperan para cruzar la frontera.
Los voluntarios son la base fundamental para que se mantenga dicho albergue y Lily lo sabe muy bien. Es enfermera, nació Ucrania pero vive en California desde muy pequeña. Sabe que ayudar al prójimo es fundamental.
“Nosotros salimos huyendo de la Unión Soviética. Llegamos a San Diego cuando yo tenía un año. Ahora, cuando comenzó el conflicto mi corazón y el de mis hermanos se conmovió, por lo que decidimos ayudar. Lo importante es ayudar, si no es con dinero con nuestras manos también se puede”, comentó Ely, voluntaria ucraniana.
Ely ayuda a curar a quien se siente mal, tiene un padecimiento o sufre de malestares. Para ella ha sido una experiencia muy fuerte porque ha escuchado historias horribles y sabe del dolor del que vienen huyendo.
“Un niño de cinco años me dijo que su casa fue destruida, que ya no tenía casa y que ahora no sabe cuándo regresará. En esta guerra sufren mucho y nosotros solo podemos ayudar a que se sientan poco mejor”, dijo Ely.
Leo, otro de los voluntarios, también llegó California cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991. Recuerda que tenía 20 años en ese entonces y sabe lo que es huir de la guerra, de un conflicto sin razón aparente y que solo trae muerte, lamentación y tristeza.
“Tú no quieres guerra pero en Rusia sí la quieren. Cuando yo era joven tuve que salir de Ucrania porque querían que matara a mis amigos, a mi gente y yo, no podía permitirlo. Ahora, me encuentro con niños que viven lo peor de la humanidad y cómo van a crecer, no lo quiero imaginar”.
Leo y Lily, esperan que esta guerra acabe pronto y los miles de refugiados que han salido de Ucrania puedan volver en algún momento a su país, a su hogar, con sus familias y amigos aunque, quizás, muchos de ellos ya no estén con vida.
