Inicio » TIJUANA » LA NOCHE DE LOS NAHUALES || Benjamín M. Ramírez

LA NOCHE DE LOS NAHUALES || Benjamín M. Ramírez

by Benjamín M Ramírez

MÉXICO ABANDONADO, EL ESTIGMA DE LA CORRUPCIÓN.

 

¿Conoce usted a un huérfano? ¿Sus pesares? ¿Sus miedos y su futuro incierto? ¿Sus desatinos y retos? ¿El fracaso como estándar requerido para el desamparado? México y, en él cada mexicano, se encuentra abandonado.

 

El sexenio fenece. La administración saliente ya no gobierna. El que inicia tampoco tutela. Es el limbo sexenal. Se acabaron los comunicados oficiales anunciados con bombo y platillos. Algunos hacen limpias en cada oficina. Se recortan gastos, se maquillan cifras. Es el delirio de un final predecible.

 

Zarpazos del leopardo de las nieves, cuyas huellas el cazador ha ubicado, herido y despojado del camuflaje que lo protegía en días de antaño, cuando la firma autorizada se estampaba en el despacho, después del café.

 

Hoy no gobierna nadie de la administración federal. Es la noche de los cristales rotos.

 

Presurosos y cautos con las huellas dejadas como signos visibles de la malversación de fondos, de recursos desviados, proveedores con facturas infladas de productos pagados con un sobreprecio, la alta burocracia pega un grito de dolor para que escuche el que será ungido como el padre de la cuarta transformación, el de la patria nueva, el Tlatoani investido y consagrado deidad por un lapso.

 

Se retira el saludo del compadre, del amigo beneficiado, del distribuidor estrella que ha hecho su agosto a la sombra del poder. Ahora no ganó el partido y es indudable una auditoría a fondo del estado que guarda la administración pública en cada oficina, en cada delegación, en cada organismo descentralizado para rendir cuentas exhaustivas de los dineros del erario.

 

Se pagará el IVA de facturas reales de productos y servicios que nunca se hicieron patentes, pero ahí está la devolución de favores, en las simulaciones de las prestaciones y contraprestaciones del Leviatán de Thomas Hobbes.

 

Llega la zozobra y se adueña el espanto.

 

La barredora de una nueva forma de hacer política, de llevar a cabo la administración pública, de la austeridad republicana, del recorte del presupuesto, de la reducción de los onerosos e insultantes salarios de la alta burocracia, ¿llegará a su fin? ¿De verdad piensa que se acabará la corrupción?

 

Al final de esta administración federal se acabaron los sueños. Las hipotecas se vuelven impagables, las tarjetas de crédito se saturan, las llamadas de la cobranza empezarán a llegar. Se acabó el dispendio. Está tocando su fin la barrumbada, la jactancia, la petulancia,  la pedantería, la arrogancia y lo fantoche. Habrá autodespidos, —renuncias—, migraciones, adaptaciones a un entorno desconocido, a comenzar, ¿de cero?

 

Los huérfanos del poder han dejado de succionar la ubre pública que los amamantaba y los hacía soñar con paraísos indescriptibles con planes a largo plazo. Se acabó la noche y llegó la claridad de una realidad aplastante: no son eternos.

 

Hoy gobierna la anarquía y el desconcierto, la ilegalidad y el caos. Incapaces unos, de poner orden porque ya se van; y otros, porque aún no llegan. Es el limbo de la impunidad, la tabula rasa platónica en el hiperuranio de la corrupción. Es el cierre del ejercicio de la administración, ya está atrancado y sin bono sexenal.

 

Incapaces, panistas y perredistas, rechazan al ahora padrastro —consagrado Tlatoani— y que ahora fenece en su deidad suprema y plenipotenciaria, buscan al Padre que quiso cobijarlos en un abrazo, en un proyecto que parecía imposible a sus ojos. Inquieren cobijo en la era del Quinto Sol, en la época de la cuarta transformación republicana, cuya austeridad anunciada no pega en las dilapidaciones acostumbradas de la élite gobernante.

 

¿A quién recurre el ciudadano ante la tragedia? ¿En las ejecuciones sumarias? ¿En la inseguridad que nos acompaña con el velo de la muerte dispuesta a saltar en el momento menos propicio? En la bala rasante cuya pólvora huele a impunidad, a corrupción, a desgobierno, a desconcierto.

 

Ningún informe de gobierno por su candidez, desfachatez y procacidad tiene respuesta o encuentra eco ante un  ciudadano que reza para que bajen los cielos y sus 144 mil elegidos y termine este “sistema de cosas”. Porque ahora no hay voluntad ni gobierno. Estamos huérfanos y desamparados a la venia del Todopoderoso.

 

¿Qué le importa al ciudadano las obras, las metas alcanzadas, los empleos creados si la muerte es el oxígeno que alimenta a los cementerios anónimos? Si unos viven bajo el manto extenso de la impunidad, nos corresponde —a nosotros— sobrevivir en el mañana de Shakespeare,  “el mañana, el mañana, y el mañana con su rutina transcurre día a día:

 

MACBETH.- Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama! «La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.»

[Acto V. v]

Se dejaron las promesas de campaña en el olvido y se resucitó el informe. Un informe vacío, deleznable, irónico.

 

Antes de concluir, le recuerdo a mi gobernador algunas promesas de campaña que no fueron tocados en su informe:

 

+ Transporte público — ¿y digno? —  más barato para todos y gratis para los estudiantes.

+ Licencia de conducir de por vida.

 

Porque en BC la gente, ¿manda?

 

Mi solidaridad para el pueblo de Indonesia.

También te puede interesar