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LA NOCHE DE LOS NAHUALES || Por Benjamín M. Ramírez

by Redacción tijuanaenlinea

 

¡TERROR EN VERACRUZ!

 Ante la ineficacia e inoperancia de quienes deben proteger y garantizar la tranquilidad de los ciudadanos elevo una oración a favor de los más afectados por la ola de violencia y terror que se vive en diferentes puntos de la república mexicana, principalmente en Veracruz.

 

Ante esta lucha abierta —tal parece que estamos en medio de una guerra civil— en la que los grupos beligerantes han demostrado su capacidad de fuego, sólo queda encomendarnos al amparo de la Providencia divina.

 

Si los que transgreden las leyes le han perdido el respeto a las fuerzas del orden —policías municipales, estatales, judiciales y soldados de las FAM—, ¿Qué podemos esperar nosotros los ciudadanos de a pie?

 

Los policías huyen, tienen miedo, se esconden.

 

Las armas que poseen no pueden equipararse en capacidad de fuego y fuerza letal contra los que poseen los grupos criminales que han instaurado horas de terror en diversas franjas del país, principalmente en Guanajuato y Veracruz.

 

Y es en Veracruz donde los gobernantes en turno —García Jiménez y Yunes Márquez — los que se desentienden de la problemática que padecen los veracruzanos —que a fuerza de aguante y resiste— ven correr la sangre que empapa hogares y tierras, en un Veracruz flagelado por los latigazos de la violencia, el terror y la zozobra.

 

Algunas instituciones educativas en Veracruz, por la ola de terror, han decidido suspender labores escolares. No se puede vivir con la zozobra, el miedo y la inseguridad.

 

Según las redes sociales mientras se registraban los brotes de violencia el gobernador se deleitaba con unos hot-dogs y el presidente municipal de Veracruz corría el maratón de Nueva York. Porque de cualquier manera, Veracruz aguanta un completo estado de sitio por parte de los grupos armados.

 

En Veracruz hay dolor y no por el hecho de que los tiburones rojos hayan descendido del primer circuito del balompié mexicano. Dolor por la indolencia e indiferencia de quien teniendo la obligación de garantizar la paz y la seguridad afirma que es la reacción débil y desesperada de la delincuencia que ha sido mermada en su capacidad de fuego.

 

Y en Guanajuato, la alcaldesa de Salamanca y el gobernador se confrontan en una lucha estéril que poco aporta a la seguridad de los ciudadanos que son los más afectados ante la falta de decisión, determinación e inteligencia para paliar y combatir a una delincuencia profesionalmente organizada ante un gobierno —municipal, estatal y federal— completamente desvinculado, desorganizado y maniatado, debido a su inoperancia, ineficacia e intereses coludidos en contra de los ciudadanos.

En este país hace falta liderazgo, coordinación, inteligencia.

 

Menos hot-dogs, menos maratón y más acción coordinada.

 

Menos confrontación y más inteligencia para hacer frente a quienes laceran a la sociedad indefensa y desarmada.

 

Menos bautizos, menos padrino y más padrastro, para poner orden ante la zozobra que padece el país entero.

 

Y si no pueden, que renuncien…

 

No se puede combatir a una delincuencia que ostenta sofisticado armamento y tecnología avanzada con las pistolitas de agua, de un solo tiro, que poseen nuestras policías, cuyas municiones tienen que solventar y pagar en caso de hacer uso de ellas.

 

Es irrisorio y peripatético que el Estado se detenga por las acciones de los bravucones que han declarado una abierta confrontación contra la sociedad y su gobierno, su modo de vida, su tranquilidad y la paz ciudadanas.

 

Es necesario llevar a cabo acciones que ataquen a la raíz del problema sí, pero también es necesario dar golpes de inteligencia que indiquen quién tiene el mando.

 

Es compromiso del Estado el de preservar la seguridad e integridad ciudadana, es la demanda que se exclama a voces y se exige a gritos.

 

No se puede gobernar sólo con palabras o decretos de buenas intenciones.

 

El ciudadano común necesita ver el despliegue de la verdadera fuerza y capacidad de fuego de las fuerzas armadas que se ostentan en cada desfile militar. No la demostración de las balitas de a peso o las fabricadas en talleres artesanales por quienes las usan.

 

Es necesario conservar lo poco que queda de la esperanza, detener el derramamiento de sangre y abonar en la idea de que se puede vivir en paz.

 

Es necesario regresar a los principios de “nada contra mujeres ni niños, ni contra la familia”.

 

Para concluir alzo la voz para condenar el artero asesinato del periodista y académico Santiago Barroso Alfaro.

 

México es un lugar peligroso para ejercer la labor periodística.

 

Ninguna muerte se justifica pero tampoco nada detiene a la huesuda en este país sumido en la violencia.

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