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LA NOCHE DE LOS NAHUALES || Benjamín M. Ramírez

by Benjamín M Ramírez

La noche del sábado anterior a la elección no fue para el presidente de casillas. Él deseaba descansar holgadamente y estar “entero” para las festividades electorales. No hubo tal. Salió a cazar el sueño y amaneció el día domingo de las elecciones.

 

Tenía que estar presente poco antes de las siete de la mañana. Puntual, llevando a cuesta el paquete electoral, boletas, tinta indeleble, entre otros implementos electorales, echó morral al hombro y caminó resignado a su casilla, conocedor de los pesares de la festividad de los electores.

 

La jornada recién comenzaba. Diferente a otras jornadas electorales esta ocasión “hará historia”. No daban las siete y media y ya había ciudadanos esperando en “hacer fila”. Apurando, checando el reloj para que éste marcara las ocho en punto de la mañana y exigir la apertura de la casilla electoral para dar inicio la jornada.

 

Unos funcionarios de la casilla contigua eran presas del pánico por la presión de los ciudadanos cuya inconformidad por los “retrasos” en la instalación exigían –en su derecho- la rápida instalación para cumplir con un “deber” ciudadano. — ¡A ver a qué horas!, gritaba uno y le respondía otro. El nerviosismo se hacía presente. Cosa inaudita, un grupo numeroso ya estaba presente.

 

Alrededor de las cinco de la mañana en el grupo de “WatsApp” creado ex profeso por la capacitadora del INE se empezaba a leer cómo uno a uno los funcionarios de casillas se iban “retirando” acusando miles de ocupaciones por hacer y por deber. El contagio pudo haberse propagado, sin embargo, fueron muchas casillas los que se “completaron”, sin problemas, tal como lo contempla la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, —la  LIPE—.

 

Muy orondos, raudos y veloces, con la instalación de las casillas se dio inicio a las siete de la mañana con treinta minutos. Algunos escrupulosos representantes de partidos llamaban la atención a los funcionarios por esa ansiedad de instalar minutos antes de la hora oficial. —Levante su acta de inconformidad, le espetó más de uno.

 

Sin incidencias mayores, la casilla se abrió a partir de las ocho de la mañana con veinte minutos. ¡Sorpresa! ¡Ya había en fila decenas de electores ansiosos!  ¡Inaudito! ¡Inadmisible! ¡Controversial! ¡Insólito!

 

El presidente de casilla le comenta a su secretario –es la primera oleada. Después de una hora disminuye. Entonces aprovecharemos para desayunar. La votación es siempre a cuenta gotas. Siempre hay horas muertas. Media mañana, pasado el mediodía, y luego una hora antes del cierre. ¡Ya lo verás!

 

Como si el calor no apremiara. O sin que tuvieran quehacer o si los partidos del mundial de Rusia 2018 programados para el domingo no importaran, los ciudadanos se presentaban en oleada familiar a las casillas.

Pobre del presidente —de casilla— postergó más de una vez su desayuno, su ida al baño o buscar el cobijo de una sombra. No hubo descanso. Ni un minuto. Siempre llegaba un ciudadano  a preguntar por su casilla, para ser orientado o votar en la  sección electoral correspondiente.

 

Inimaginable e incomprensible pero fue el hartazgo del pueblo engañado, tantas veces vejado, tantas veces ilusionado por un nuevo porvenir, el que se cansó de la soberbia del poderoso anquilosado en el poder y perpetuado por décadas por los detentadores de los dominios ipso facto sobre las masas.

 

Que la población haya votado, según lo anunciara el presidente del INE, Lorenzo Cordova, en un 62.9 % es plausible y admirable. Unos más llegaron presurosos, saliendo del trabajo a cumplir con su deber.

 

Un elector solicitó “apoyo” y “orientación” que le auxiliara a votar, —tengo 45 años y nunca he votado, votar no sirve. Pero esta vez deseo hacerlo porque tengo esperanza—, manifestó. Unos más rompieron las boletas entregadas en pedazos o cruzaron las boletas y en sus marcas se podía apreciar la fuerza empleada en el cometido.

 

No sobraron las mentadas de madres, las amenazas, las inconformidades por no poder votar al no estar inscrito en el padrón electoral, por no estar en su casilla, por querer votar ya que estaban lejos de su sección electoral, porque no traían la credencial pero sí la del trabajo…. Para hacer “el paro”…

 

El reloj siguió su curso inexorable. Marcó las dieciocho horas. Casillas oficialmente cerradas. Empezó el llenado de actas, el conteo de boletas sobrantes, la anulación de las papeletas, el escrutinio y cómputo, cantar los votos, extender las “sábanas”, cotejar las actas, número de electores en la lista nominal y el total de los ciudadanos con el sello de “VOTO2018”, sellar la papelería oficial.

 

MORENA se llevó de calle los resultados. En la casilla del presidente, Acción Nacional obtuvo 23 sufragios, seguido por el Revolucionario Institucional con 11 votos, PRD 3, Verde 2; PT 20, Movimiento Ciudadano 3 votos, Nueva Alianza 2, MORENA 178; Encuentro social 8 votos del total de sufragios obtenidos de las urnas. Una muestra del comportamiento a nivel nacional.

 

Según el INE, la votación nacional fue del 62.9%. Para presidente de la República el 22.1 al 22.8 % le corresponde al Candidato del Frente; Meade con un 15.7 a 16.3%, AMLO se confirma con un 53 a 53.8% y a Jaime Rodríguez se queda con un 5.3 a 5.5% del total de sufragios emitidos.

 

En este ejercicio democrático y ejemplar, según la calificación del titular del INE, Lorenzo Cordova, participaron 1 millón 400 mil ciudadanos que por $300.00 (Trescientos  pesos 00/100 M.N) dedicaron más de 20 horas-hombre para llevar a cabo la festividad de las elecciones.

 

El reloj sigue su curso sin detenerse y marca ya las 02:00 horas del día 02 de julio. Ya es la madrugada del lunes. Y atrás del presidente todavía están formados para entregar el paquete electoral ante la Junta Distrital Ejecutiva correspondiente al Distrito 08 electoral federal con sede en la ciudad de Tijuana, Baja California, la ciudad de color azul que por hartazgo, desilusión y engaños se bronceó la piel al sol y resultó morena. Brazo poderoso de color moreno, al igual que en Veracruz y sus castillos de papel.

 

Hay abuelito para México… Le deseo éxito, Señor Presidente, legítimo, de veras que sí…

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