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LA NOCHE DE LOS NAHUALES || Benjamín M. Ramírez

by Redacción tijuanaenlinea

En algún momento usted —algún familiar, vecino, amigo o conocido— ha sufrido los embates de la delincuencia común y, en algunos casos graves, los de la delincuencia organizada. Sabe de la impotencia de no poder responder a ello, de quedarnos estáticos, perplejos, anonadados y patidifusos. Es normal. Es parte del instinto de supervivencia y de la resiliencia que nos permite mantenernos a salvo.

 

Es un hecho de que ha notado la ola de calor —algunos termómetros superan los 45° C— de los últimos días en casi todo el territorio nacional, pues es casi similar a los lugares en donde la delincuencia común y organizada ha hecho sus santuarios, con la incapacidad complaciente y tolerante de las autoridades en turno. Tal parece que no existiese mando o gobierno.

 

En este tenor, el candidato de “en frente”, —el denostado chico maravilla—ha enarbolado la bandera de la paz en sus discursos de campaña. Sostengo que harán falta más que buenas intenciones para pacificar el país en donde —sin estar en guerra— el número de víctimas es alarmante en sus continuos baños color escarlata.

 

Ante los afanes de más de un candidato, principalmente el de “en frente”, basta decir que en la ciudad fronteriza de Tijuana —sostuvo Meade que Tijuana es una ciudad fronteriza que está en la frontera— en tan sólo 7 días se registraron 70 muertos, —emulando a Meade— diez muertos por cada día de la semana.

 

Lo preocupante no son las cifras sino las frases de campaña explotadas y empeñadas de que “ahora sí” nos llegará la paz, como por arte de magia, como la respuesta de lo divino frente a las necesidades y las plegarias de sus fieles; como lo inesperado y el último recurso que se tiene en la caja de Pandora que los gobiernos en turno guardan celosamente y que, para esta ocasión, amerita develarse ante el ciudadano que reclama seguridad como un deber constitucionalmente consagrado —en la Constitución— y que la administración pública convida como placebo, cochupo, canonjía o prebenda que se propone a las clases populares en su exigencia mínima ante la ausencia de un deber cumplido.

 

¿Y cuál es la respuesta de los dioses administradores de la “res pública” —la cosa pública— ante sus vanos intentos para responder acertadamente ante el clamor popular? ¿Podrán los magos de la política —esos que logran desaparecer misteriosamente los recursos del erario sin obligación alguna para confesar en dónde quedaron o decir quiénes fueron los beneficiarios— calmar las insidias de un país polarizado? ¿Podrán colmar el hartazgo popular de quienes ya no se creen las mentiras, la política del miedo y las campañas de la guerra sucia?

 

Sí podrían. Si cuentan con la oportunidad, en las aristas de la democracia y los vacíos legaloides con los que se ha regido este país. Ni siquiera en la sospecha del fraude mínimo o en la certeza de la operación de la compra de votos, —a la usanza del viejo PRI: operación carrusel, operación tamal, el acarreo, operación mapache, la mesa que más aplauda, la urna embarazada, la catafixia, el ratón loco, salario rosa, verde, entre otros—,  con la firme intención de asegurar la elección apostándole a la pobreza, a la ignorancia, a la necesidad, productos todos de las políticas públicas que responden en su momento a las exigencias de la hegemonía de las clases dominantes que han lucrado hasta la saciedad con la indigencia del electorado.

 

Será el Estado, el que en su capacidad de maniobras para manejar los recursos indebidos y fuera de toda legalidad, el que se hará a la vista gorda para dejar pasar —a través de los administradores de la justicia— un sinnúmero de prácticas anquilosadas en los pasillos de la corrupción y de la inopia gubernamental que no ha querido buscar el bien común y que se perfila cada día más en un Estado maquiavélico que responde, y con creces, a los intereses de unos cuantos que hoy vociferan con mayor ahínco no votar POR YA SABES QUIÉN, puesto que al hacerlo se atenta en contra de la estabilidad de las finanzas y emporio de esas clases dominantes.

 

En los últimos días los legisladores españoles removieron al presidente Mariano Rajoy por estar involucrado —directa o indirectamente— en actos de corrupción relacionado con el caso Gürtel, conocido como el mayor caso de corrupción principalmente en el otorgamiento de contratos a una red de empresas que eran proporcionadas por las administraciones a cargo del Partido Popular, PP, financiamiento ilícito o financiamiento irregular al PP, según lo estableció la justicia española, en la España, que tiene españoles, porque como lo sostiene Rajoy, un vaso es un vaso y un plato es un plato.

 

Lo bueno es que Rajoy el de: “somos sentimientos y tenemos seres humanos”, “esto no es como el agua que cae del cielo sin que sepa exactamente por qué” fue destituido de la investidura presidencial y debe ser sometido a los rigores de la justicia.

 

Esperemos que, así como la caja B de Rajoy, Enrique, aún nuestro, pueda responder por una administración que amenaza con ser sepultada, no por el liderazgo natural de AMLO, sino que conjugado una serie de acciones “sin que se sepa exactamente por qué”, votarán —cual voto de castigo— para reprobar las políticas aplicadas “desde hace más de cuarenta o cincuenta décadas”, como el IPN, según nuestro todavía presidente, cuando sólo son más de ocho décadas.

 

Concluyo. Desde esta tribuna deseo mandar un sinnúmero de parabienes para quien, hace 17 años, me transformó  y me exige aún más. Sin duda, llevo a cuestas el mejor regalo y compromiso que el Creador me ha encomendado en mis días de lozanía. Para ti, el mayor de los éxitos.

 

Asimismo, con esta entrega, la número 52 en el lapso, celebramos y festejamos UN AÑO de la circulación de LA NOCHE DE LOS NAHUALES. Estoy Seguro de que vendrán muchos años más, agradeciéndole a usted amable lector su preferencia y al portal Tijuana en línea, la bondad de la invitación. Gracias, Alberto.

 

¡Enhorabuena!

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