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Sobre la inconformidad social

by Redacción tijuanaenlinea

El descontento social mexicano en el gobierno no es nuevo, la desconfianza y molestia hacia las acciones gubernamentales parecen ser generalizadas y constantes. Los ciudadanos no distinguen entre los tres poderes de gobierno o entre los gobiernos locales, estatales y el federal, el veredicto es el mismo: el gobierno no está cumpliendo con nuestras expectativas.

En este contexto político y social los funcionarios públicos son exigidos más y deben responder a la demanda ciudadana de una mejor manera, el escrutinio sobre los tomadores de decisiones aumenta al mismo tiempo que la desconfianza, las nuevas tecnologías de la información facilitan la comunicación ciudadana y la proliferación de información, lo que demanda mayor rendición de cuentas y transparencia por parte de las autoridades.

Las recientes protestas son el reflejo de este descontento, pero una movilización de esta magnitud necesita más que causas de largo plazo como lo son el descontento histórico y el decrecimiento de la confianza. Las protestas y manifestaciones necesitan algo más, necesitan causas de corto plazo que desencadenen el movimiento, que inicien la acción social. En el caso mexicano, la causa inmediata es el incremento del precio de la gasolina, este hecho por sí mismo es suficiente para crear molestia y disgusto, pero parece ser poco relevante el argumento detrás de la decisión del aumento de precio: el costo de mantener el precio artificialmente bajo, el precio internacional del petróleo, las condiciones de la economía internacional o la reforma energética. No parece existir un debate de ideas sobre lo correcto o incorrecto de esta decisión de política pública, la ciudadanía no está interesada en los argumentos o en las evidencias, no está interesada en el porcentaje del PIB que el subsidio representaba o en el número de veces que pudiéramos pagar el presupuesto de la UNAM o de SEDESOL con el subsidio ahora ahorrado.

La razón por la que los argumentos y las evidencias para defender la decisión del gobierno pasa a segundo plano es porque las protestas van más allá que el aumento del precio de la gasolina o del agua en el caso de Baja California. La desaprobación es acumulada y se basa en la percepción de años sobre políticas públicas fallidas, adquisición arbitraria de deuda de los gobiernos locales, licitaciones públicas poco transparentes, impunidad, poca eficiencia en el gasto público, pobreza y desigualdad entre muchas otras. Las razones detrás la decisión de quitar el subsidio es irrelevante para la mayor parte de los mexicanos, la gasolina es solamente la chispa que comenzó el movimiento que reclama mucho más. De la misma forma que el fuego necesita oxígeno, combustible y una chispa que inicie la combustión, las protestas necesitan varios requisitos para propagarse, el oxígeno y el combustible estaban ahí y se han ido acumulado por mucho tiempo, la chispa fue el aumento de precios, pero pudo haber sido cualquier otra.

La respuesta gubernamental, como el programa para proteger la economía familiar del gobierno federal o la eliminación de canje de placas en Baja California pueden solucionar parcialmente el problema, y reduzcan o eliminen las protestas, sin embargo, el combustible y el oxígeno siguen acumulándose, una solución permanente requiere de cambios más profundos que respondan a las causas mediatas no sólo a las inmediatas. La reducción de salarios de gobernadores y diputados, la suspensión de aumentos de precios o posponer decisiones son solamente respuestas apresuradas, superficiales e improvisadas.

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